Managua | Maryorie Duarte | 26.08.2025 | 09:50
En Nicaragua se escribe hoy una historia distinta: la de hombres y mujeres jóvenes y adultos que transforman su vida con educación gratuita y de calidad, donde cada palabra aprendida y cada nuevo conocimiento productivo se convierten en semillas de prosperidad.
Son muchos los programas y estrategias creadas por el Buen Gobierno Sandinista, para que las familias nicaragüenses salgan adelante, uno de los más recientes es el Programa de Desarrollo de Capacidades “Luz y Verdad: Aprender para Prosperar”, el cual dio inicio en el 2023 y desde entonces se han atendido a 38,694 protagonistas.
Este programa retoma la experiencia de la Gran Cruzada Nacional de Alfabetización de 1980 para llevarla a un nuevo nivel, enseñar a leer y escribir, al tiempo que se desarrollan capacidades técnicas y oficios productivos, mediante una oferta de 28 cursos técnicos y talleres dinámicos, flexibles y adaptados a la realidad de cada comunidad.
Los protagonistas de este programa son los 56,516 jóvenes y adultos identificados en el Censo Nacional de Situación Socioeconómica del 2023.
El programa lo ejecuta INATEC a través de los cursos técnicos y oficios productivos en conjunto con el Ministerio de Educación a través de maestros populares que enseñan aprender a leer y escribir.
Omar Cortedano, responsable de Educación de Jóvenes y Adultos del MINED detalló que la metodología se basa en la educación popular, tomando en cuenta la experiencia de los protagonistas y organizándolos en pequeños “círculos de crecimiento en sus propias comunidades”.
Además, Cortedano explicó que, “Estos espacios de aprendizaje son flexibles y cercanos, respetando la experiencia previa de cada persona y motivándola a seguir aprendiendo, creando así una nueva manera de preparación y formación para la población nicaragüense”.
Por su parte Esmeralda Aguilar, subdirectora de Formación Profesional de INATEC, calificó el programa como una verdadera “fiesta nacional”. Explica que los protagonistas no se detienen en un curso, sino que avanzan hacia nuevas etapas de formación, incluso hasta completar una carrera técnica.
“Se está abriendo una luz en el camino de las familias que están desarrollando aprendizajes vinculados a una actividad productiva”, afirmó Aguilar, señalando que los cambios son “significativos en sus vidas”.
Desde el tercer trimestre del año, más de 22,000 protagonistas han completado cursos que no solo les han enseñado a leer y escribir, sino también oficios como la elaboración de repostería, estilismo y belleza, decoración de eventos, y la producción de alimentos para animales, entre otros más, celebrando en todo el país entrega de certificados.
Una de las protagonistas es doña Braulia Cano López de 59 años de edad, egresada de 2 cursos: Elaboración piñata y repostería del Programa Luz y Verdad tiene 59, quien confesó que dicho programa llegó en un proceso duro de su vida.
“Yo estaba pasando por un momento muy difícil de luto, pero cuando llegó el programa luz y verdad, la depresión que yo sentía, la descargué en aprender y le doy gracias a Dios y los maestros que he tenido, porque esto me ha permitido a mi edad, trabajar por mi propia cuenta vendiendo pan y repostería y quiero salir adelante”, expresó doña Braulia, habitante de Managua.
En la comunidad El Zapote #2 de Somoto, la joven madre Guadalupe Polanco levantaba orgullosa su diploma. “Yo más o menos escribo, pero no sabía bien cómo poner un nombre o escribir bien”, contó. Gracias al acompañamiento de su maestra Lidia, hoy no solo escribe con confianza, sino que también comparte valores y buenos hábitos con sus hijos. “Es una oportunidad que nos ha dado en este día de recibir por primera vez un diploma”, dijo emocionada, convencida de que la maternidad no es un obstáculo para seguir soñando.
Su vecina, Juana Lidia Lira, descubrió en el programa la oportunidad de cumplir un anhelo: aprender a hacer piñatas. Con su nuevo oficio, ahora crea alegría para sus nietos y su comunidad, mientras genera un ingreso. “Yo soñaba mucho con aprender a hacer piñatas, y ahora ya puedo servir en mi comunidad y atender encargos”.
Santos Rodríguez Suazo enfrentó las dificultades de la lectura y escritura, pero encontró en sus instructores la paciencia necesaria. “Los maestros están ligeros para ayudarle a uno en lo que le cuesta”, afirmó. Hoy, además de saber leer y escribir, elabora concentrado para aves y cerdos, lo que significa ahorro y mayor bienestar para su familia.
De la comunidad El Castillo en San Carlos, Yelba Luz Dávila también destacó el valor del aprendizaje práctico: “Me he desarrollado como persona, y hemos podido obtener beneficios económicos, porque ya producimos nuestros propios concentrados para animales”.
En La Ceiba, Esquipulas, José Alejandro Murillo resumió lo que significa este programa en su vida: “Ahora ya aprendí a leer y escribir, y lo más importante es que puedo poner mi nombre completo”. Además de la alfabetización, aprendió a elaborar alimentos para sus animales, reforzando su economía familiar y el trabajo colectivo con sus compañeros.
La iniciativa ha capacitado a 6,300 instructores y maestros populares para llevar el conocimiento a cada rincón del país, demostrando que la educación puede florecer en hogares y espacios comunitarios.
El Programa Luz y Verdad demuestra que la educación no es solo un derecho, sino una herramienta de transformación personal y colectiva. Cada certificado entregado simboliza mucho más que un curso aprobado: es un paso hacia la prosperidad, la autoestima y el fortalecimiento de las familias nicaragüenses.
Braulia, Guadalupe, Juana, Santos, Yelba y José son apenas un reflejo de los miles de protagonistas que, con esfuerzo y esperanza, hoy escriben su propia historia. Una historia con letras claras y oficios que iluminan el presente, abriendo caminos de verdad y prosperidad para Nicaragua.