Masaya | Maryorie Duarte | 04.11.2024 | 16:01
Jesbeling Lorena Cruz Arróliga, es una joven nicaragüense con una profunda conexión con la tierra, ha encontrado en la educación técnica agropecuaria el camino hacia un futuro próspero. Desde niña, creció entre cultivos, aprendiendo de sus abuelos el amor y respeto por la tierra, una herencia que decidió llevar más allá. Fue al ingresar al Centro Tecnológico Monimbó Heroico de Masaya que su vida cambió definitivamente, pues allí descubrió el verdadero potencial de la agricultura como una ciencia que transforma.
“En mi familia siempre hemos cultivado maíz, frijoles y sorgo. Entrar al centro tecnológico despertó en mí el deseo de ampliar lo que ya hacíamos y de hacerlo mejor”, compartió Jesbeling, quien cursa el segundo año de Técnico General Agropecuario.
En el Centro Tecnológico, Jesbeling encontró un mundo de posibilidades. Aprendió técnicas de cultivo, gestión de plagas sostenibles y la importancia de diversificar la producción. “La agricultura no es solo un trabajo, es una ciencia que merece respeto y dedicación”, afirmó.
Con este nuevo enfoque, Jesbeling y su familia expandieron su pequeña parcela. Iniciaron con el cultivo de yuca y, con el tiempo, añadieron musáceas y crianza de cerdos y pollos. “Fue un reto enorme, pero con esfuerzo y los conocimientos adquiridos, los resultados comenzaron a notarse”, recordó con orgullo.
La historia de Jesbeling es un testimonio del impacto de la educación técnica en las comunidades rurales de Nicaragua. Además de mejorar su calidad de vida, Jesbeling se ha convertido en un referente en su comunidad. “Quiero que otros jóvenes sepan que la agricultura es una profesión con grandes recompensas. Con educación y esfuerzo, podemos cambiar nuestras vidas y las de quienes nos rodean”, dijo con convicción.
Su visión no se queda en lo personal: en el futuro, Jesbeling y su familia planean generar empleo y aumentar su producción, promoviendo una agricultura sostenible y rentable.
Educación Técnica Agropecuaria: Un Pilar para el Desarrollo Nacional
La experiencia de Jesbeling demuestra cómo la educación técnica agropecuaria impulsa el desarrollo de un país. Formar profesionales capacitados en el sector agrícola no solo garantiza alimentos de calidad, sino que también protege el medio ambiente y fortalece el desarrollo rural.
“La educación técnica me ha dado las herramientas para enfrentar los desafíos de la agricultura y ser más competitiva. Invito a los jóvenes a unirse a esta carrera que ofrece un futuro lleno de oportunidades”, animó Jesbeling.
La finca de Jesbeling, es el lugar donde ha puesto en práctica todo lo aprendido. A un kilómetro al este de Unión Fenosa en Masaya, cultiva frutas como chagüite, limón, mandarina, naranja y granadilla. Además, se especializa en el engorde de cerdos de raza Landrace y en la producción de gallinas de razas Brahma y Orpington.
Jesbeling explicó: “Aplicamos lo aprendido en el módulo de manejo productivo y reproductivo de ganado. En la crianza de cerdos y aves, seguimos técnicas avanzadas de alimentación y sanidad. En los cultivos, usamos prácticas agronómicas que mejoran la calidad y productividad de nuestros productos”.
La historia de Jesbeling no solo demuestra el impacto de la educación técnica, sino también la importancia de las políticas orientadas a la seguridad alimentaria y la equidad de género, dos ejes fundamentales del Plan Nacional de Lucha contra la Pobreza. Este plan prioriza el derecho de las familias productoras al acceso a la tierra y a técnicas agrícolas modernas, asegurando una producción sostenible que contribuya a la seguridad alimentaria nacional.
Jesbeling es una prueba viviente del poder transformador de la educación técnica y la equidad en el sector agropecuario. En su finca, aplica conocimientos innovadores para optimizar la producción de alimentos, contribuyendo así a la soberanía alimentaria de Nicaragua. Además, como mujer, está rompiendo barreras en un sector tradicionalmente dominado por hombres, lo cual es un reflejo de la política de género, que busca empoderar a las mujeres rurales y reconocer su papel fundamental en el desarrollo productivo.
Su dedicación y compromiso son una inspiración para otros jóvenes y una prueba de que la agricultura puede ser una actividad económica rentable y sostenible. Jesbeling invita a todos los jóvenes a considerar la educación técnica como una vía para construir un futuro lleno de oportunidades y contribuir al desarrollo de sus comunidades y del país.